El modelo de producción europeo no sólo asegura la sostenibilidad medioambiental del algodón, sino también la sostenibilidad social, garantizando las mejores prácticas desde la recogida de la materia prima, hasta el procesado, transformación, fabricación y acabado de los productos y prendas, preservando la seguridad y el bienestar de los agricultores, los consumidores y el medio ambiente.